Nuestra experiencia

Cuatro chicas haciendo un Blog cuyo tema principal es la Huaca Esmeralda y ¿adivinen qué? Tres de nosotras a penas sabíamos de su existencia. Así es, el peor de los ejemplos; pero justamente por ello decidimos ir en busca de ella y por fin conocerla.

11:00 a.m. Gaby ya estaba en mi casa desde hacía media hora por un pequeño problema de comunicación y, juntas, esperábamos a Omayra y Rosi para finalmente salir.

El clima, loco como siempre, nos mostraba un sol radiante que, aunque nos llenó de energía, resultó preocupante cuando nos vimos paradas en medio de una huaca con tremendo calor. En fin, ya estábamos todas juntas así que nos preparamos para salir.

Llegó el taxi y subimos apresuradas, queríamos ir temprano para poder volver temprano también. Como si fuera una película las cuatro dijimos: “a la Huaca Esmeralda, por favor” y el taxista, por el espejo, nos miró mostrándose perdido.

Lo cierto es que él no era el único perdido, nosotras sólo sabíamos que quedaba muy cerca, por la Iglesia Mansiche pero más, nada.

Preguntando, llegamos a la Huaca y, lo acepto, me decepcioné un poco. Era un pedacito de historia en medio de una selva de cemento, con el mall Aventura a unas cuadras y una canchita de fútbol justo al costado de la amurallada ruina.

Entramos y rápidamente dos jóvenes salieron a nuestro encuentro para cobrarnos la entrada, dos soles por persona. Luego, un tercera persona nos da el encuentro para ofrecernos sus servicios como guía turístico por tan sólo ocho soles; sin dudar, aceptamos.

Ya dentro de la huaca y con nuestro guía acompañándonos, empezamos el recorrido.

Inició, muy amable, con la historia de la huaca y nos sumergió en el mundo de la cultura chimú.

La huaca Esmeralda es un lugar arqueológico que está asociado a la cultura chimú y que fue construido vinculado a Chan Chan. La edificación tiene base rectangular, 65 mts. de largo por 41 mts. de ancho, dos plataformas con rampas centrales y sus paredes, de adobe, están decoradas con altorrelieves con motivos zoomorfos y geométricos.

Es un pedacito de una cultura imponente que marca la historia de nuestro país y de nuestra ciudad.

A medida que íbamos recorriendo el lugar, nos fuimos dando cuenta del diamante en bruto que puede ser esta huaca. Aún no ha sido estudiada a fondo. Los huaqueros hicieron de las suyas mucho antes de que la huaca sea considerada como tal y protegida por ser patrimonio cultural.

Conforme íbamos subiendo y bajando por las escalinatas del recorrido-y después de unos cuantos accidentes en las plataformas tan empinadas-, un sentimiento de indignación recorrió nuestra mente y, de verdad, nuestro corazón. Un partido de fútbol se jugaba justo al costado de la muralla de cemento que cerraba la huaca y que, además, es la única separación y protección entre la canchita, las casas y la huaca. ¿Es posible esto?, claro que sí y es absurdo sabiendo que en ese pequeño terreno se encuentra una parte de la historia de nuestro país. Pensamos que todo había terminado hasta que nuestro guía nos contó que tiempo atrás existía una ladrillera a pocos metros y, mientras escuchábamos la música chicha que provenía de una casa que colinda con la huaca, pensamos en cuan irrespetuosos podemos llegar a ser; la contaminación acústica, la de la ladrillera y la del mismo mall sumada al clima y el paso de los años constituyen un peligro latente para nuestro patrimonio cultural.

Al cabo de una hora y media de haber llegado al lugar, terminó nuestro recorrido, dejándonos ese sabor agridulce; dulce, por haber conocido algo más de nuestro patrimonio y sentirnos orgullosas de él, pero también agrio porque sabemos que se podrían hacer muchas cosas más por explotar lo que tenemos.

Por: Andrea Yupanqui Gamarra.

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